La Torre de los Ingleses (hoy llamada La Torre Monumental) fue construida por iniciativa de un grupo de inmigrantes británicos adinerados de Buenos Aires como parte de las celebraciones del primer centenario de independencia. La torre se inauguró el 24 de mayo de 1916, y estuvieron presentes el presidente de Argentina, el intendente de Buenos Aires y el embajador británico. La decisión de realizar la inauguración en esta fecha fue intencional, pues era el Día del Imperio para los británicos, así como el día anterior al aniversario de la Revolución de Mayo de 1810, un hito clave en el posterior proceso de independencia. En la celebración de colocación de la primera piedra en noviembre de 1910, se dispusieron ejemplos de la amistad anglo-argentina en un recipiente que fue sellado dentro de la fundación de la torre. Contenía cartas escritas por el ministro del interior argentino y el embajador británico, copias de los dos periódicos angloparlantes de la ciudad, The Standard and The Buenos Aires Herald, y monedas inglesas y argentinas.
Dos escudos argentinos y británicos están grabados en la piedra superior a las entradas. De manera más sutil, pero igual de simbólica, varios símbolos se alternan justo debajo de los escudos. Se suceden el sol incaico de la bandera argentina y uno de los siguientes: una rosa inglesa, un trébol irlandés, un dragón galés y un cardo escocés.
El reloj mide 63 metros, y pone particularmente en valor los materiales y la técnica inglesa; hecho con ladrillo rojo inglés importado de una fábrica inglesa, la puerta principal estaba hecha de roble importado, y los techos y el interior estaban rebozados con roble oscuro.
El monumento era funcional: mostraba la hora en una zona donde los tranvías, autobuses y autos traían y llevaban a gente a la estación ferroviaria. Las cuatro compañías ferroviarias más grandes de Argentina pertenecían a inversores británicos y eran dirigidas por inmigrantes británicos. La torre se encuentra frente a las estaciones de tren de la ciudad, que pertenecían a estas compañías ferroviarias británicas.
El monumento buscaba representar lo que este grupo de inmigrantes adinerados consideraban haber regalado a la Argentina desde su arribo al país: el desarrollo económico, enfocándose en las contribuciones previas al monumento de 1916. Los anglo-argentinos podrían haberse enfocado en los posteriores a la independencia argentina, insertándose en la narrativa nacional como otros grupos lo hacían. Tenían buenos ejemplos. Gran Bretaña y el secretario de relaciones extranjeras George Canning hicieron esfuerzos para que el Reino Unido reconociera la independencia argentina y de otros estados de América Latina en la década de 1820. Pero esta historia también incluía las invasiones británicas en 1806 y 1807, así como la expulsión británica de las autoridades argentinas de las Islas Malvinas en 1833. Por eso, el enfoque de la torre en la ferrovía, y el exaltamiento de sus contribuciones a la industria y el progreso económico resultaba un ángulo menos contencioso.
Este monumento, y otros, han dejado un largo legado. Durante y después de la Guerra de las Malvinas de 1982, la torre fue vandalizada. Siguió una lenta restauración, y fue solo en 2019 que los visitantes pudieron entrar y tomar el ascensor otra vez. En los años 1980 fue renombrada La Torre Monumental, y la Plaza Británica se volvió la Plaza Salvador María del Carril, en homenaje a un prominente político de mediados del siglo XIX. Notablemente, de frente a la Torre se encuentra ahora el Monumento Nacional a los Caídos en Malvinas, que enlista los nombres de todos los soldados argentinos que murieron en la guerra de 1982.