October / 14

Inmigrantes, mujeres y cantantes durante las primeras décadas del siglo XX

Mariela Ceva (CONICET-Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas; CIS-IDES-Centro de Investigaciones Sociales- Instituto de Desarrollo Económico y Social)

Hacia fines del siglo XIX e inicios del XX aproximadamente dos millones de italianos arribaron a la Argentina. La mayoría de ellos eran campesinos, agricultores y obreros industriales, pero también los había empresarios, profesores, músicos y artistas. Todos buscaban las oportunidades que quizás no encontraban en su país de origen.

Fotografía de Adelina Agostinelli con su firma. (sin fecha). Fuente

Entre ellos, algunas mujeres iniciaron una trayectoria laboral internacional dedicada a la música. Una de ellas, Adelina Agostinelli, nacida, en Verdello, Bergamo, en 1882, desarrolló una exitosa carrera como soprano. En tan solo 8 años cantó en diversos escenarios europeos y en países como Argentina, Chile y Estados Unidos. Con 21 años, en el 1903, Adelina debutaba en el Teatro Fraschini de Pavia cantando Fedora y Tosca. Allí su aparición fue con Giorgio Quiroli, quien había sido maestro en el conservatorio de Milán. Quiroli portaba varias ventajas: había sido un reconocido maestro del conservatorio de Milán; tenía una larga trayectoria por Sudamérica y contaba con sólidos lazos con empresarios teatrales en tanto era director artístico. Posiblemente, todas estas características contribuyeron al desarrollo de la carrera de la Agostinelli. Su itinerario permite preguntarse sobre ¿cuál era el conocimiento común entre las cantantes de ópera que arribaban a la Argentina, durante el primer cuarto del siglo? ¿Cómo lo habían adquirido? ¿Cuáles eran las vías de circulación?

Está claro que los recorridos contaban con el apoyo de familiares y el conocimiento de las profesiones de la rama teatral era transmitido de padres a hijos. La presencia de la familia en el ambiente teatral era común en muchos países europeos. Los artistas que tenían éxito arrastraban con ellos a padres, hermanos, y vecinos. En parte, los vínculos tejidos durante su formación y los provenientes de su entorno familiar contribuían al desarrollo de sus trayectorias individuales. Lo cierto es que Adelina luego de su debut y ya casada con Quiroli tuvo una trayectoria vertiginosa. Entre 1903 y 1928 cantó en más de treinta escenarios distribuidos a lo largo del mundo y se convirtió en una diva de su tiempo.

Sus apariciones eran reflejadas en las revistas especializadas y en la prensa nacional. Su mundo es el mundo, su itinerario, breve -ya que se desarrolló entre 1903-1929-, es un espacio interoceánico.

A pesar de la trayectoria que había desarrollado en Europa, cuando llegó a tierras sudamericanas su compañía era desconocida aunque muy rápidamente se hizo famosa en esas latitudes. El movimiento y la publicidad en los periódicos argentinos permitía el conocimiento de los artistas y esta difusión hizo que solo en el transcurso de dos meses Agostinelli ocupara las primeras planas y que su presentación fuera publicitada como “un grandioso espectáculo”.

El caso de la italiana da cuenta de una densa trama de relaciones que le permitieron desplazarse en el espacio y también ascender en su trayectoria profesional. En ese sentido, es evidente que entre 1906-1908 los esfuerzos de Agostinelli, y de su esposo habían sido notables. En la mayoría de sus presentaciones y ya desde 1910, Adelina Agostinelli se presentaba con Titta Ruffo. Su trabajo con este artista, la ubicaba en un lugar privilegiado en un mundo competitivo en el cual existían fuertes disputas entre las divas de la lírica.

Durante esos años, Agostinelli decidió establecerse en Buenos Aires. El cierre de su ciclo sería en el marco de la inauguración del Teatro Coliseo de Zárate, Provincia de Buenos Aires. En este escenario, el 14 de octubre de 1928 se daba por concluida la trayectoria lírica de Adelina.

Adelina Agostinelli cantando Tu che le vanità (de la opera Don Carlo de Giuseppe Verdi) en 1910

En su caso, su itinerario y sus vínculos permiten observar cómo la carrera profesional no se ceñía a un único contratista, era cambiante. Asimismo, estos artistas transitaban simultáneamente por los grandes teatros de ópera: la Scala, the Metropolitan, el Colón y también lo hacían por otros menos importantes, menos imponentes y más alejados de las grandes metrópolis como Paraná, San Nicolás y Zárate, en Argentina. Allí, interactuaban con referentes culturales de la colectividad y locales, y con los periodistas, que muchas veces desde las páginas de cultura o de sociales no se limitaban a emitir una crítica favorable, sino que incitaban a los lectores a asistir a las funciones.

En algunos eran identificadas como las grandes divas modernas y, en muchos casos, llevaban tras de sí una estructura tradicional, su familia.

La historia de esta soprano permite percibir algunas aristas de este grupo de extranjeros que traspasan fronteras nacionales y que eran respaldados por las posibilidades que sus profesiones les abrían. Eran artistas en escenas; profesionales en movimiento; mujeres que en algunos casos se convertían en migrantes y adoptaban uno de sus escenarios como su nuevo lugar en el mundo.

Sobre este tema pueden verse:
  1. Mariela Ceva. “Las aventuras de una soprano italiana en América del Sur. Adelina Agostinelli. (1882-1954).” Studi Emigrazione, LVII, n. 219, 2020.
  2. Mariela Ceva. “Del artesano a la prima donna: actores de un proceso entre materialidad, circulación y espectáculo.” En Bernasconi, Alicia; Ceva, Mariela y Devoto, Fernando J. Grandes ilusiones. Miradas sobre la historia de los teatros del litoral rioplatense, Teseo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: 2022.
  3. Mariela Ceva. “El mercado musical italiano en la argentina entre 1895-1914.” América Latina en la Historia Económica, 29(2), 1, 2021.

Inmigrantes, mujeres y cantantes durante las primeras décadas del siglo XX

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