El baúl de un matrimonio judío-italiano

Stefania Cardonetti

El baúl que protagoniza este articulo forma parte de la exposición titulada Para todos los hombres del mundo del Museo de la Inmigración de Buenos Aires, denominación que alude a una premisa del preámbulo de la Constitución Argentina.

Según los responsables de esta muestra, no se trata de un objeto que abunde dentro de la institución porque viajar con baúles a modo de equipaje era una práctica común solamente dentro del sector de primera clase de los vapores. Esta pieza representa la historia de aquellos que, aunque no buscaban cubrir necesidades económicas, salieron de su patria en busca de una vida libre de violencia y persecuciones.

Se trata de un baúl de gran tamaño que llegó a la Argentina como parte de las pertenencias de un joven matrimonio judío – italianoque se había casado en la década de 1930 y que huyó de las leyes raciales italianas del año 1938. Los dueños de este baúl, como tantos otros, ya no podían ejercer sus carreras profesionales y vivir en libertad en su país de origen debido a la persecución antisemita desplegada por el fascismo. La hija de este matrimonio, Adriana Lowenthal, fue quien realizó la donación al Museo.

Aunque la legislación argentina no reconocía a este matrimonio como “inmigrantes”, pues viajaban en primera clase dentro del vapor, lo cierto es que ellos emigraron en busca de una nueva vida en Buenos Aires.

Elena Pirani y Mario Lowenthal, los propietarios de este equipaje, se casaron en 1937 en Italia, pero al año siguiente, cuando se aprobaron las leyes raciales, se exiliaron en Paris gracias a la intervención de la familia Lowenthal. Tiempo después, el 29 de agosto de 1939, los jóvenes partieron del puerto francés de Cherburgo a bordo del vapor Alcántara con destino a Buenos Aires, junto a toda la familia de Mario.

Fuente: Por todos los hombres del mundo, en el Museo de Inmigración de Buenos Aires

Ya a bordo del barco, llevaban consigo esta pieza que les permitía guardar una variedad de pertenencias ya que como se puede apreciar en la fotografía, cuenta con distintos compartimentos cuidadosamente distribuidos. Este equipaje contiene en su interior perchas que probablemente eran utilizadas para resguardar la vestimenta que, dentro de este sector privilegiado del barco, se usaban en bailes, cenas o eventos especiales que acontecían durante la travesía.

En ese sentido, el baúl permitía sostener reglas de sociabilidad compartidas que se caracterizan, entre otros elementos, por sostener un código de vestimenta que no se suspende a pesar de estar en medio de un viaje extenso. Este objeto, entonces, expresa las diferencias de clase que existían en el interior de los vapores entre los distintos pasajeros. Lejos de suspenderse, las diferencias de clase se exaltaban a bordo del vapor porque los espacios que habitaban eran distintos en cuanto las comodidades y servicios a los que podían acceder los pasajeros de primera, segunda o tercera clase. Al mismo tiempo, se procuraba que las fronteras que habitaban estas tres clases de pasajeros estuvieran lo suficientemente claras dentro del barco para evitar los contactos entre sí.

Fuente: Por todos los hombres del mundo, en el Museo de Inmigración de Buenos Aires

Por otro lado, esas clasificaciones también adelantaban el lugar que los pasajeros tendrían en la sociedad de acogida ya que los miembros de la segunda o tercera clase conformaban el grupo que el Estado argentino consideraba legalmente inmigrantes. A pesar de todas esas diferencias, esta historia y este baúl en particular, nos invitan a imaginar la importancia que los objetos tenían para los migrantes, cómo los seleccionaban, guardaban y transportaban.

En ese sentido, la historia de Mario, Elena y su baúl es tan solo una dentro de otras que se repetirían entre finales del siglo XIX y mediados del siglo XX en las que personas y objetos se entrelazan en la migración. A pesar de su dimensión instrumental o de ser un símbolo de estatus, como en el caso de este baúl, se trata de artefactos que cuentan con una gran carga afectiva. Tanto esta pieza de equipaje, como otros objetos que se movilizaron de un lado a otro del Atlántico representaban para sus dueños el vínculo entre el presente y el pasado. Las fotografías, los diarios íntimos, algunos juguetes para los niños y otros objetos cambiaban su sentido cuando migraban junto a sus dueños, se convertían en recuerdos y, probablemente, hayan brindado consuelo y desencadenado una miríada de emociones en el proceso de integración a una nueva tierra.


El baúl de un matrimonio judío-italiano

Posted:

in

,

by

Top